Pov: Daniel
En cuanto escuché a mi hermana despierta decidí levantarme. Pude hacerlo con ayuda de unas muletas así que eso me animaba bastante. Ahora solo necesitaba sentarme cuando estaba muy cansado. Mi hermana sonrió al verme.
- Tengo que contarte algo- dije antes de dejarla tan siquiera darle los buenos días
- Espero que no sea otro ingenioso mensaje -dijo ella
- Bueno, podría decirse -vi que iba a rechistar así que no le deje hablar - he decidido volver a ver a Helena y...bueno, ayer me dijo que me amaba y..
- Respondiste una tontería - me interrumpió ella
- ¿Acaso vas a dejarme hablar? -dije irritado
- ¿Acaso he dicho una mentira?
- No - me resigné - le respondí con una pregunta absurda que no me ha vuelto a contestar, así que esta vez he decidido volver a su casa a hablar con ella directamente
- ¿hablar? - mi hermana esta vez me estaba desesperando - decides irte de su lado por algún absurdo motivo, te dice que te ama y vuelves a decir algo absurdo y pretendes llegar para hablar con ella
- bueno, ¿qué quieres que haga? -dije indginado
- que llegues a decirle que la amas y a pedirle perdón por ser idiota, no que vayas a hablar, ¿A hablar de qué? Pensé que se te daba mejor esto -dijo ella indignada
- ¿pero tú de qué parte estás? no es tan fácil - claro, mi hermana lo veía desde otro punto de vista, yo seguía recordando como Helena no había podido recuperar sus poderes, o al menos eso era lo último que yo sabía
- lo haces más difícil -me riñó ella - lo hacéis más difícil vosotros - me cogí la cara con las manos- ¿por qué no estáis ya casados? ¿por qué no vivís juntos? ¿por qué te ha costado tanto reconocer que os amáis?
- porque no es tan fácil - repetí otra vez - no he venido a que me eches la bronca, sólo a decirte que voy a irme y.. no sé cuando voy a volver - dije mirándole a los ojos - y te voy a echar de menos - para cuando terminé la frase ella ya tenía los ojos llorosos
- no lo digas como si no fuese a verte más -dijo dándome un abrazo que yo respondí
- bueno, te espero ver en mi boda -dije para quitarle hierro al asuntó, ella rió
- eso será siempre que Helena no deje de hablarte porque digas otra frase ingeniosa
Pov: Helena
Ya no sabía que más probar para volver a ser inmortal. Hacía tres días del último mensaje de Dani y yo no había contestado porque me daba miedo que informarle de que no tenía ningún avance hiciese que se alejase más.
Beber sangre no servía de nada, tampoco intentar proyectar mi don ni los intentos de mi familia de provocarme una furia que me hiciese entrar en fase. Incluso a veces Sam y Emily invitaban más a Carlos a casa, aunque pronto descubrí que la intención era que él me provocase. Pero nada daba resultado.
Estaba sentada en el mismo sitio de siempre, con la espalda apoyada en un árbol y con vistas a la playa. Se me había ocurrida una idea pero me parecía un poco absurda. Quizás se me estaba yendo la cabeza por el afán de recuperar a Dani. Pero otras veces pensaba que quizás era la respuesta.
No para de mirar mi propia muñeca. La última tontería que se me había ocurrido era que quizás, haciéndome un corte lo suficientemente profundo como para poner en peligro mi vida, mi parte humana se activaría. Apartaba la vista de vez en cuando para dirigirla a la casa. Estaba algo alejada pero ¿conseguirían escucharme? Hasta que no perdí mis poderes no me había parado a pensar lo desarrollados que estaban los sentidos sobrenaturales..
Acerqué el cuchillo a mi muñeca, pero aún sin apretar y cortar mi piel. Apreté el cuchillo y eché una última mirada a la casa. No vi ni escuché a nadie. Pensé que avisar por si no funcionaba, pero luego recordé que no me dejarían probar esta idea. Volví la vista a mi muñeca y apreté la hoja contra ella. Apenas había hecho un corte, aún poco profundo, cuando una voz me sacó de mi concentración
- ¿¡QUÉ HACES!? ¿¡TE HAS VUELTO LOCA!?
Pov: Daniel
Estaba bastante nervioso. Me entraban ganas de reírme de mí. Quién iba a decirme que tanto tiempo después y después de tanto, estaría nervioso por una chica. Daniel Hernández nervioso por una chica. Bueno, en realidad Helena no era una chica. Era una mujer. Una mujer maravillosa, increíble. Y venía decidido a cumplir mi promesa de casarme con ella si aún quería.
No había llevado mi silla de ruedas y, aunque me costase admitirlo, me arrepentía un poco. Tenía los brazos cansados y la fuerza en las piernas empezaba a fallarme, pero la idea de ver a Helena me daba fuerzas.
Estaba llegando a su casa. Suponía que ya me estarían escuchando. Al menos los que aún tenían los sentidos súper desarrollados y, en el fondo, tenía la esperanza de que Helena me diese la sorpresa de que ella también podía. Pero la sorpresa fue otra. Al llegar cerca de la puerta pude ver a Helena sentada en su árbol. Parecía concentrada en algo y como si comprobase que nadie la miraba. Entonces entendí por qué. Estaba con un cuchillo cortando su muñeca. ¿Cómo podía ser?
Corrí hacia ella mientras gritaba y caí a sus pies.
- ¿¡QUÉ HACES!? ¿¡TE HAS VUELTO LOCA!? - De un manoteado aparté el cuchillo y le cogí la cara. Ella me miraba con los ojos desencajados - No puedes estar en serio, ¿en qué piensas para intentar suicidarte? El trato no era así. ¿Cómo se te ha pasado ni siquiera por la cabeza?
- no intento matarme - ella interrumpió mi monólogo mientras yo cogía su cara e iba apartando su pelo. Pero en un primer momento ni siquiera ella me sacó de mi cabezonería de averiguar si se encontraba bien
- no lo entiendo, ¿de verdad has pensado que esto puede solucionar algo? ¿Dónde tienes las heridas?
- ¡no intento matarme! -dijo ella sujetando mis manos. Me quedé callado mirándole a los ojos y ella no apartó la mirada
-¿ y me puedes explicar que haces? -dije mostrándole a ella misma la herida que tenía en la muñeca y que por suerte no sangraba en exceso gracias a mi manotazo.
- intentar recuperar mis poderes - dijo seria - me pongo en peligro para ver si funciona - la miré incrédulo. Estaba intentándolo todo para recuperarme. Me amaba por encima de muchas cosas de verdad
- Helena yo… - no sabía que decir, esto me había desarmado
- He estado intentando mil maneras de recuperarlos -dijo seria- y no he tenido éxito de ninguna forma, pero necesitaba hacerlo para convencerte de algo. Sobre todo porque sé que tú si lo estabas consiguiendo, porque sé que puedes darme la vida que quiero vivir y, además, tengo razón -dijo mirando mis muletas. Me había dejado sin palabras, pero estaba claro que ella volvía a tener razón. Volví a coger su cara entre mis manos
- Te quiero - le dije - te amo con todo mi ser, pero soy imbécil. No tendría que haberme ido pero me aterraba pensar que te haría desperdiciar tu vida - no podía dejar de mirarla, tanto a ella como a sus labios - pero he vuelto porque, si aún me dejas, quiero cumplir mi promesa - ella asentía mirando mis labios
- Sí quiero -contestó sin apartarse
- He vuelto para casarme contigo - le dije, y después nuestros labios se unieron en un beso tan sincero, tan delicado
- Has tardado mucho en darte cuenta - me respondió ella, yo sonreí - Lo sé, me he estado castigando un poco - ella sonrió y volvió a besarme
- creo que debería ir a casa, habrás alarmado a todos con tus gritos - se levantó y entonces volví a la realidad. Estaba en el suelo y cansado, así que probablemente tendría mucha dificultad para levantarme. Con ayuda de mis manos coloqué mis piernas en la posición que yo consideraba que me resultarían más fácil. Helena se agachó a mi lado para ayudarme, pero la detuve, quería probar si podía solo
- Es sólo porque estoy cansado, me cuesta estar de pie o andando mucho tiempo, pero puedo hacerlo - contesté. Con un esfuerzo sobre humano conseguí ponerme en pie, me temblaban todos los músculos, pero lo había conseguido. Helena caminó a mi lado, despacio y en silencio, supongo que acompañándome. Está vez tenía claro que haría todo por pasar mi vida junto a ella.